Las gavetas del carpintero.

Una vez me contaron la historia de un carpintero. Este profesional ponía un gran empeño en su trabajo y cada vez que se le encargaba un trabajo ponía todo su cuidado en él. Una vez un compañero visitó su taller mirando su trabajo y tomo una gaveta terminada, la miró con cuidado por la parte de enfrente y por los francos, luego la miró por la parte de atrás y se le cambió la cara.
¿Por qué barnizas la parte de atrás? El cliente nunca mira la parte de atrás de las gavetas, apenas las sacan de su lugar. Nosotros sólo ponemos empeño en terminar bien lo que el cliente aprecia y ve.
El carpintero miró a su sorprendido compañero y le dijo, el cliente no ve la parte oculta pero yo si se cómo ha quedado.
Esta historia es un ejemplo de criterios de calidad implícitos. Estos criterios están especificados en un proyecto sin que tenga que estar escrito en ningún documento. El cliente una vez que adquiere la mercancía puede ver que todo está perfectamente ejecutado e irse satisfecho, pero pasado un tiempo el cliente con el trabajo diario hará pasar al producto diferentes pruebas y podrá descubrir que el trabajo no estaba totalmente terminado lo cual hará que ese cliente difícilmente vuelva a confiar en nosotros.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
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Naiara ha dicho que…
Nunca había oído esa historia... ¡¡pero estoy totalmente de acuerdo!!
Yo no estoy metida profesionalmente en el mundo de las manualidades (más me gustaría), pero sí hago muchas y veo trabajos con acabados desastrosos a mi alrededor, como dejar la base de una caja sin pintar, o no barnizar un baúl por dentro porque no se ve... ¡¡cómo se puede ser así!!
Yo sería absolutamente incapaz de darle a alguien un producto mal acabado... ¡¡y más si fuese un cliente!!
Pero en esta vida hay gente para todo...